miércoles, 28 de mayo de 2025

Entrenadores y emparejamientos en el boxeo amateur: la responsabilidad de cuidar el proceso

 Entrenadores y emparejamientos en el boxeo amateur: la responsabilidad de cuidar el proceso

En el boxeo amateur, los entrenadores no solo forman atletas. Forman personas. Cada decisión que se toma en el gimnasio o en el cuadrilátero impacta directa o indirectamente en la integridad física, emocional y deportiva de los jóvenes que confían en su guía. En este contexto, el emparejamiento de peleas —es decir, decidir contra quién compite un atleta— no puede tratarse como un trámite secundario, sino como un acto de profunda responsabilidad técnica y ética.

¿Qué implica un emparejamiento correcto?

Un buen emparejamiento no es solo que ambos peleadores estén en la misma categoría de peso. Existen otras variables igual o más importantes:

  • Nivel técnico-táctico real

  • Cantidad de peleas y experiencia previa

  • Tiempo de preparación específica para el combate

  • Edad biológica (maduración física, no solo edad cronológica)

  • Condiciones emocionales y de seguridad del atleta

Ignorar estas variables no solo desequilibra la competencia: aumenta el riesgo de lesiones, desmoralización y abandono deportivo. Peor aún, naturaliza una cultura donde lo importante es ganar —a costa de lo que sea— y no construir.

El dilema del “fogueo” mal entendido

Uno de los errores más comunes en el entorno amateur es la búsqueda de rivales “nuevos” para dar fogueo a un peleador más experimentado. Se justifica como parte del aprendizaje, pero muchas veces, esto encubre una práctica abusiva: poner a un joven sin recursos técnicos suficientes a recibir castigo innecesario frente a un rival que lo supera en todos los aspectos.

Este tipo de emparejamientos, aunque ocurran dentro de un evento regulado, no son éticamente justificables. El aprendizaje en el boxeo no se obtiene solo a través de la exposición al riesgo; se obtiene en la preparación responsable, en la competencia justa, y en la confianza construida entre atleta y entrenador.

Las consecuencias invisibles

Cuando un joven es mal emparejado y sufre una derrota aplastante, un nocaut o un daño emocional en su primera o segunda pelea, muchas veces no regresa al gimnasio. O si lo hace, lo hace con miedo, con frustración o con una confianza dañada. Estas consecuencias no aparecen en las estadísticas, pero son reales y profundas.

Más allá de los golpes, el problema está en lo que no se ve: la desmotivación, la ansiedad, la pérdida de interés, la rabia contenida, la renuncia. Muchos talentos se apagan no porque les falte disciplina, sino porque fueron lanzados demasiado pronto, contra rivales que no debían enfrentar.

Nuestra responsabilidad como entrenadores

El entrenador debe ser primero formador, luego estratega, y en último lugar, competidor. Su responsabilidad es preparar de forma progresiva, proteger el proceso de aprendizaje y actuar siempre con honestidad técnica. Eso implica:

  • Conocer a fondo el nivel real de su atleta

  • No aceptar emparejamientos injustos

  • Ser claro con los organizadores sobre el estado de su peleador

  • Negarse a participar en prácticas de manipulación competitiva

Aceptar que un atleta enfrente a otro con mucha más experiencia, solo porque “se va a foguear”, es una forma de abandono técnico y pedagógico. Ningún resultado, medalla o trofeo vale más que la salud y la continuidad del joven en el deporte.

Hacia una ética del desarrollo

El boxeo amateur necesita más que talentos naturales: necesita entrenadores que asuman su rol como formadores conscientes. Que vean cada combate como parte de un proceso, no como una prueba única. Que aprendan a decir "todavía no", en lugar de "ya que pelee". Que entiendan que la progresión técnica y emocional es tan importante como el rendimiento competitivo.

Promover emparejamientos justos no es señal de debilidad: es señal de respeto al boxeo y al ser humano que hay detrás de cada atleta.


Conclusión

Cada entrenador tiene el poder —y el deber— de proteger a sus atletas no solo en el gimnasio, sino en el momento más crítico: cuando se suben al ring. Un emparejamiento justo no garantiza la victoria, pero sí garantiza aprendizaje, dignidad y futuro. Y eso, al final del día, es lo que realmente construye campeones.

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