viernes, 26 de septiembre de 2025

Roberto Tercero (Talavera): La Pasión de un Guerrero que Nunca se Apagó

 

Roberto Tercero (Talavera): La Pasión de un Guerrero que Nunca se Apagó 

(Por JMR)

Hablar del boxeo en Jinotega es hablar de pasión, entrega y sacrificio. Es recordar a jóvenes que, con más sueños que recursos, levantaron a pulso una disciplina que hoy es orgullo de la ciudad. Entre esos nombres se encuentra el de Roberto Tercero, conocido cariñosamente como Talavera, quien a sus 54 años sigue siendo un ejemplo de constancia y amor por el boxeo.

Sus raíces: del barrio España al cuadrilátero

Talavera nació y creció en el barrio España —hoy barrio Sandino—, un lugar humilde pero lleno de vida, que fue cuna de muchos deportistas. Desde muy joven aprendió el valor del trabajo, ayudando en la zapatería Los Tinoco, donde aprendía el oficio de alistador. Fue allí donde su amigo Milton Rodríguez, quien compartía con él las ganas de superarse, lo invitó a dar sus primeros pasos en la escuela del legendario Alberto “Falla ” Manzanares.

Ese gesto cambió el rumbo de su vida. Lo que comenzó como una curiosidad pronto se convirtió en pasión, y con solo 14 años, Talavera ya estaba entrenando al lado de muchachos que más tarde serían parte de la historia del boxeo jinotegano, como Fausto Estrada, Roger “Muñeca” Picado, Henry Castilblanco y el estelar Lenner Sandino.

El primer ring de Jinotega: un símbolo de lucha

En aquellos tiempos no existía un ring de boxeo en la ciudad como los que hoy se ven en el gimnasio municipal. Para poder realizar una de las primeras veladas boxísticas en Jinotega, los propios boxeadores construyeron el ring con sus manos: tablones rústicos como piso, mecates gruesos que servían de cuerdas y una carpa de camión que cubría la superficie.

Ese improvisado cuadrilátero se levantó en un predio baldío donde hoy está LA CURACAO. Allí, entre golpes, sudor y esfuerzo, comenzó a escribirse una parte importante de la historia deportiva de Jinotega. Talavera lo recuerda con claridad: “Las cuerdas de mecate dejaban más marcas que el mismo contrincante”, dice con una sonrisa, pero con la certeza de haber vivido tiempos heroicos.

Un estilo técnico y un logro histórico

Talavera no era un fajador, pero sí un boxeador inteligente. Su estilo era técnico, de distancia, y sus golpes preferidos eran el gancho de izquierda y el jab, con los que controlaba el ritmo del combate.

Su mayor logro llegó en el campeonato Futuras Promesas, celebrado en la ciudad de Jinotega, donde se consagró como subcampeón y medallista de plata. Ese torneo marcó el punto más alto de su corta carrera, y aún hoy lo recuerda como uno de sus mayores orgullos dentro del boxeo.

El debut que marcó su vida

De todos sus combates, hay uno que nunca olvidará: su debut en 126 libras. Tenía apenas 14 años, aún “un niño sin vello en las axilas”, como él mismo relata, y se enfrentó a un rival de unos 20 años, “un hombre hecho y derecho”.

En aquella época, durante los emparejamientos, no se tomaban en cuenta criterios fundamentales como la edad o la experiencia. Los organizadores priorizaban el espectáculo y el número de combates por encima de la seguridad de los púgiles. Por eso, con mucha razón, su madre Doña. Rosita Tercero  (qepd ) se preocupaba y temía que el boxeo lo dañara.

El réferi paró la pelea en el segundo asalto al notar la evidente diferencia física, aunque Talavera siempre destaca con orgullo que su rival nunca logró noquearlo. Ese primer combate le enseñó lo duro y desigual que podía ser el boxeo en esos tiempos.

Obstáculos y un retiro temprano

En total, Talavera disputó 14 peleas, de las cuales perdió cuatro. Más que las derrotas, lo que lo llevó a retirarse fueron las dificultades fuera del ring: la oposición de su madre, que veía el boxeo como un riesgo, y las malas experiencias con entrenadores irresponsables.

Una de las más duras ocurrió en Somoto, cuando después de pesar tuvieron que esperar hasta la noche sin comer. El entrenador de turno, conocido como el “Alacrán Espinoza”, se había marchado con el dinero destinado para comida y transporte, obligando a los jóvenes a regresar a Jinotega a ride y con hambre.

El boxeo, una pasión eterna

A pesar de haber dejado la competencia, Talavera nunca abandonó el boxeo. “No recuerdo haber pasado más de seis meses sin entrenar”, asegura.

Hoy, entrena algunos días de la semana en el gimnasio municipal de Jinotega, más por salud y pasión que por competencia, bajo la dirección de su amigo de toda la vida, Milton Rodríguez, “El Guerrero Mayor, quien ha sabido mantener vivo el espíritu del boxeo jinotegano incluso en los años más difíciles para el deporte nacional.

El mensaje de Talavera: disciplina y corazón

Más que hablar de sí mismo, Talavera dedica sus palabras a los jóvenes que hoy se levantan con sueños de ser campeones. “Me impresiona la calidad que tienen muchos boxeadores de Jinotega. Los veo con metas claras y sueños en el corazón”, dice con orgullo.

Su consejo es sencillo pero poderoso:

“El talento es solo una parte. La disciplina es lo que los hará campeones. Habrá días de cansancio, de golpes, de sacrificios, pero es en esos momentos cuando se forja el verdadero guerrero. No se dejen vencer por las derrotas, conviértanlas en lecciones. El boxeo no es solo un deporte, es una escuela de vida que enseña a ser resilientes, respetuosos y fuertes de carácter. ¡Entrenen con el corazón y peleen con la mente!”

Un legado silencioso pero valioso

Talavera quizás no fue campeón nacional ni internacional, pero su historia refleja el verdadero espíritu del boxeo: luchar con lo que se tiene, superar adversidades y nunca abandonar los sueños.

Hoy en día, además de seguir vinculado al deporte, es un profesional del derecho, abogado de carrera, demostrando que los valores aprendidos en el boxeo —disciplina, constancia y resiliencia— fueron también la base de su vida personal y profesional.

Cita inspiradora de Roberto Tercero (Talavera):

“El boxeo me enseñó que la disciplina abre todas las puertas. Gracias a esa escuela de vida hoy no solo sigo entrenando, también soy abogado. En el ring y en la vida, la clave es nunca rendirse.”





martes, 16 de septiembre de 2025

Lenner Sandino Olivas: Guerrero de las Brumas Hijo del Guante y la Tierra Fría

 

Lenner Sandino Olivas: Guerrero de las Brumas Hijo del Guante y la Tierra Fría

Lener Sandino Olivas
el joven prospecto pre-
parándose para su 
sesión de entrenamiento 
foto de: Félix Rivera
La historia del primer boxeador jinotegano en el boxeo formal nacional. Un joven que, desde un patio de tierra, cambió para siempre el deporte de su pueblo. (Por. José. M. Rosales Rodríguez)

En una ciudad rodeada de montañas y neblina, donde las historias suelen hablar de cafetales, cosechas y familia, hubo una que nació entre golpes, sudor y disciplina. La historia de un adolescente jinotegano que se enfrentó a sí mismo, al miedo, a la escasez y a rivales mucho más experimentados, para abrir camino en un deporte que apenas se conocía en su tierra: El Boxeo.

Su nombre es Lenner Augusto Sandino Olivas, y fue el primer pugilista de Jinotega en participar en los campeonatos nacionales de boxeo aficionado. Pero su legado va más allá de las medallas. Es una historia de formación, de mentoría, de identidad… y de cómo un deporte puede transformar no solo a una persona, sino a toda una comunidad.




Un origen humilde, una decisión firme

Lenner nació y creció en el barrio Omar García, en el corazón de Jinotega. En su adolescencia, como muchos jóvenes de su época, convivía con la incertidumbre de un país convulso, el Servicio Militar Patriótico obligatorio, y la falta de oportunidades para quienes no tenían un camino claro.

Pero algo lo marcó profundamente: las legendarias peleas de Alexis Argüello contra Aaron Pryor. Ver la elegancia y la furia combinadas en un mismo cuerpo, le revelaron que el boxeo no era solo fuerza, sino arte, estrategia y disciplina. Esa inspiración, sumada a las peleas callejeras con su amigo Lenin Rizo (quien tenía unos guantes que su padre le regaló), encendió una chispa que nunca más se apagó.

Un día de 1983, Lenner tomó una decisión que cambiaría su vida: se presentó donde Don Alberto Falla Manzanares y le pidió que lo entrenara. Aquel hombre, flaco y reservado, ya era conocido por su pasión por el boxeo. Lo miró, y con firmeza le respondió: “Mañana a las cinco.”


El ring invisible: un patio de tierra como gimnasio

No había lona, ni cuerdas, ni saco de golpes. Solo un espacio en el patio de la casa de Don Alberto, donde hoy se ubica las oficinas de Unión Fenosa. Fue ahí, sobre tierra compactada, donde comenzó la primera escuela de boxeo de Jinotega. No existía ni siquiera una estructura como tal. Solo dos personas: un maestro lleno de conocimientos y un joven con hambre de aprender.

Los primeros entrenamientos fueron lentos y rigurosos. Durante meses, Don Alberto le prohibió lanzar un solo golpe. Primero debía aprender la postura, la guardia, el desplazamiento hacia adelante, hacia atrás, los giros, el control del cuerpo. “Pasaron muchos días antes que me mostrara el ‘One-Two’”, recuerda Lenner. Ese método tenía un propósito: forjar cimientos sólidos, no solo físicos, sino mentales.

En ese mismo espacio, Don Alberto también crecía como entrenador. Era autodidacta, lector incansable de literatura boxística rusa, mexicana, cubana y panameña. Transmitía a Lenner lo que aprendía, convirtiendo cada sesión de entrenamiento en una clase de técnica y filosofía. Ambos se formaban mutuamente: uno como boxeador, el otro como maestro.


El crecimiento de una escuela y el nacimiento de una leyenda

Lener Sandino a la derecha 
el gato Ramirez a la izquierda
dos grandes amigos dentro y
fuera del ring 
foto: cortesia de Lener Sandino
Cuando los entrenamientos se intensificaron, acondicionaron una bodega en la casa de Lenner. Poco a poco, sumaron equipos: llantas, sacos, cuerdas, una cuerda fija para entrenar cintura. Uno de los elementos clave fue su amigo Alfredo “130” Pérez, quien se ofreció como sparring y eventualmente se convirtió en su esquina y compañero inseparable en las competencias.

La falta de sparrings era una constante. Don Alberto recurría a muchachos fuertes del barrio e incluso a boxeadores retirados como Néstor William Obregón. La creatividad suplía la falta de recursos. Fue entonces cuando consiguieron un espacio más amplio: el antiguo depósito de la Pepsi, donde finalmente se instaló la primera escuela formal de boxeo de Jinotega donde empezaron a formarse nuevos boxeadores.

Allí, Don Alberto contrató al campeón nacional Fernando “El Gato” Ramírez para que fuera sparring oficial de Lenner en preparación para los campeonatos de 1986. La formación ya no era improvisada: era rigurosa, planificada, apasionada.


La guerra de los guantes

Lenner debutó oficialmente en 1984, en el Gimnasio Nicarao de Managua. La experiencia fue dura. Perdió por RSC ante un púgil capitalino. Pero no se desanimó. Al contrario, esa derrota le enseñó una lección que lo acompañaría siempre: “Nunca bajes los brazos, ni literal ni simbólicamente.”

En 1986, su mejor año como atleta, participó en los cuatro campeonatos nacionales de boxeo aficionado:

  • 🥈 Subcampeón en Futuras Promesas (Juigalpa, 57 kg) 

  • 🥇 Campeón en Domingo Latino Telica (Masaya, 54 kg)

  • 🥇 Campeón en Copa Sandino SSTV (Managua, 57 kg)

  • 🥉 Medallista en el Campeonato Carlos Fonseca Amador (Managua)

( Puedes ver al final del articulo todos los diplomas fotos y recortes de periódico de Lener Sandino )

Cada combate tenía una historia. Uno de los más intensos fue ante Pedro Mena, un zurdo de Chontales, en el campeonato “Futuras Promesas”. Lenner lo enfrentó tras haber sido golpeado duramente la noche anterior por otro rival. Aun con el cuerpo resentido, se mantuvo firme. Perdió por decisión, pero ganó una nueva lección: “No basta con valentía; hay que aprender más.”

También enfrentó a Rogelio “Chocolatito” González, un seleccionado nacional de estilo escurridizo. En ese combate, comprendió a cabalidad la frase de Muhammad Ali: “Flota como mariposa, pica como abeja.” La pelea fue ajustada, y aunque perdió por decisión, salió del ring con admiración por el arte del boxeo en su máxima expresión.


El adiós al ring, pero no al boxeo

En 1987, tras su última pelea contra Johnny West, un moreno fornido de la Costa Caribe, Lenner decidió retirarse del boxeo competitivo. Había cumplido su ciclo. No había alcanzado el oro en el campeonato Carlos Fonseca, pero su alma estaba en paz. Optó por seguir su formación profesional, con la frente en alto y los guantes colgados con dignidad.

Desde entonces, su vínculo con el boxeo es emocional. No se convirtió en entrenador ni dirigente, pero su historia sigue viva en la memoria de quienes fueron inspirados por su ejemplo. Muchos lo recuerdan como el primer jinotegano en abrir la puerta a los campeonatos nacionales. Y eso, nadie lo borra.


Homenaje a un padre sin lazo de sangre

Lenner nunca ha ocultado lo que siente por Don Alberto Falla Manzanares. Más que entrenador, fue un segundo padre. Al enterarse de su muerte, Lenner escribió un mensaje conmovedor donde resumió su legado:

“Nos reuniremos en algún momento, Don Alberto… Padre, Maestro. Usted no solo me enseñó a lanzar golpes; me enseñó a levantarme. A creer en mí. A mantenerme firme.”


Mensaje a los nuevos guantes de Jinotega

Hoy, Lenner tiene 58 años. La mayoría de los jóvenes que entrenan boxeo en Jinotega probablemente no
lo conocen. Pero deberían.

Deberían saber que cuando entrenan en un ring con cuerdas, sacos y reloj y equipo disponible, que eso no siempre estuvo allí. Que hubo una vez un adolescente que entrenó sobre tierra. Que ese muchacho abrió una puerta que hoy muchos cruzan.

Su mensaje es claro:

“Si vas a elegir el boxeo, que sea con decisión. Este deporte no tolera el miedo. No es solo pegar. Es aprender, formarte, encontrar tu voz. Si yo volviera a nacer, lo haría otra vez. Pero también aprendería idiomas, tocaría música, estudiaría más. Porque el boxeo es parte de una vida completa, no un destino único.”

Y añade, con una sonrisa sabia:

“Los boxeadores debemos ser altruistas… porque es mejor dar que recibir.”

El  joven boxeador de nueva generacion el jinotegano José M. Rosales de 18 años, 
actual miembro activo del equipo elite de boxeo 
de los guerreros de las brumas posa a la derecha
de la leyenda viva Lener Sandino Olivas (foto Nov 2024)


Legado de un pionero

Lenner Sandino Olivas no necesita un monumento ni un título mundial para ser recordado. Su historia es el cimiento del boxeo jinotegano. Desde un patio de tierra, con un solo entrenador, sin más recursos que voluntad y disciplina, demostró que los sueños también se entrenan.

Y hoy, cada joven que sube a un ring en Jinotega, consciente o no, sigue los pasos de ese muchacho de mirada decidida, que un día le dijo a su maestro: “Enséñeme a boxear.”

El legado está vivo. El legado de Los Guerrero de las Brumas.

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Recorte de periodico que hacia referencia al mejor púgil Jinotegano de aquella época 


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  • 🥈 Subcampeón en Futuras Promesas (Juigalpa, 57 kg)

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  • 🥇 Campeón en Domingo Latino Telica (Masaya, 54 kg)

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  • 🥇 Campeón en Copa Sandino SSTV (Managua, 57 kg)


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Lener Sandino Olivas a la izquierda de la fotografía
junto a su amigo y compañeros de sparring Fernando “El Gato” Ramírez


viernes, 12 de septiembre de 2025

El espejismo del entrenamiento en masa: una reflexión necesaria para el boxeo

El espejismo del entrenamiento en masa: una
reflexión necesaria para el boxeo

En muchos gimnasios de boxeo, tanto en Nicaragua como en otros países, se repite un mismo esquema: entrenamientos en masa, rutinas uniformes y un trabajo colectivo que pareciera mantener el sistema en orden. Jóvenes novatos, amateurs élite e incluso prospectos profesionales realizan exactamente las mismas sesiones, con la misma intensidad y bajo el mismo método.

A primera vista, esto parece eficiente: el gimnasio se mantiene lleno, se forman equipos competitivos y se garantiza la participación en torneos. Sin embargo, si miramos con más detenimiento, descubrimos que este modelo también encierra un límite silencioso que afecta el crecimiento real de los boxeadores.

El límite del entrenamiento en masa

Cuando todos entrenan igual, lo que marca las diferencias no es la formación recibida, sino la cantidad de peleas acumuladas y la experiencia que cada atleta logra sobre el ring. Pero en el fondo, muchos boxeadores se quedan sin la oportunidad de desarrollar su máximo potencial.

El resultado es evidente:

  • Jóvenes amateurs con gran talento que no evolucionan como podrían.

  • Prospectos que sueñan con el profesionalismo, pero debutan sin la preparación personalizada que exige esa etapa.

  • Equipos que dependen de un solo estilo de trabajo y que, con el tiempo, se estancan.

¿Es realmente culpa del atleta?

Cuando un boxeador no progresa, lo más común es escuchar frases como: “no avanza porque no se enfoca”, “se perdió por andar en relaciones” o “le falta disciplina”. Estas palabras, que suenan tan familiares, colocan toda la responsabilidad en el atleta.

Pero rara vez se analiza si hubo un acompañamiento psicológico, si se corrigieron errores técnicos desde sus inicios, si se atendieron sus necesidades individuales o si se le brindó una estrategia adaptada a su estilo. Muchas veces, el sistema no entrega esas herramientas, pero aun así se le exige al boxeador como si las tuviera.

La importancia de una visión integral

El boxeo no es únicamente técnica y condición física. También es fortaleza mental, motivación, concentración bajo presión y capacidad de adaptarse a diferentes estilos de combate. Estos aspectos rara vez se desarrollan en un esquema de entrenamiento colectivo y uniforme.

Por eso, resulta vital que los entrenadores reconozcan que cada atleta es diferente. Unos requieren más atención en lo psicológico, otros en lo táctico, y algunos en la parte física. Negar esa diversidad es limitar el crecimiento de los equipos y, al mismo tiempo, perder la oportunidad de formar grandes prospectos.

Una invitación a la reflexión

El reto no es menor. Los entrenadores de boxeo llevan sobre sus hombros la responsabilidad de guiar carreras, de formar no solo atletas, sino también seres humanos capaces de enfrentar los retos del deporte y de la vida.

Tal vez la pregunta que debamos hacernos es: ¿estamos formando boxeadores solo para llenar un gimnasio, o estamos acompañando a los jóvenes en un proceso real de desarrollo integral?

La diferencia entre ambos caminos es la que define si un atleta se queda en el camino o si logra trascender en el boxeo amateur y profesional.