Roberto Tercero (Talavera): La Pasión de un Guerrero que Nunca se Apagó
(Por JMR)
Sus raíces: del barrio España al cuadrilátero
Talavera nació y creció en el barrio España —hoy barrio Sandino—, un lugar humilde pero lleno de vida, que fue cuna de muchos deportistas. Desde muy joven aprendió el valor del trabajo, ayudando en la zapatería Los Tinoco, donde aprendía el oficio de alistador. Fue allí donde su amigo Milton Rodríguez, quien compartía con él las ganas de superarse, lo invitó a dar sus primeros pasos en la escuela del legendario Alberto “Falla ” Manzanares.Ese gesto cambió el rumbo de su vida. Lo que comenzó como una curiosidad pronto se convirtió en pasión, y con solo 14 años, Talavera ya estaba entrenando al lado de muchachos que más tarde serían parte de la historia del boxeo jinotegano, como Fausto Estrada, Roger “Muñeca” Picado, Henry Castilblanco y el estelar Lenner Sandino.
El primer ring de Jinotega: un símbolo de lucha
En aquellos tiempos no existía un ring de boxeo en la ciudad como los que hoy se ven en el gimnasio municipal. Para poder realizar una de las primeras veladas boxísticas en Jinotega, los propios boxeadores construyeron el ring con sus manos: tablones rústicos como piso, mecates gruesos que servían de cuerdas y una carpa de camión que cubría la superficie.
Ese improvisado cuadrilátero se levantó en un predio baldío donde hoy está LA CURACAO. Allí, entre golpes, sudor y esfuerzo, comenzó a escribirse una parte importante de la historia deportiva de Jinotega. Talavera lo recuerda con claridad: “Las cuerdas de mecate dejaban más marcas que el mismo contrincante”, dice con una sonrisa, pero con la certeza de haber vivido tiempos heroicos.
Un estilo técnico y un logro histórico
Talavera no era un fajador, pero sí un boxeador inteligente. Su estilo era técnico, de distancia, y sus golpes preferidos eran el gancho de izquierda y el jab, con los que controlaba el ritmo del combate.
Su mayor logro llegó en el campeonato Futuras Promesas, celebrado en la ciudad de Jinotega, donde se consagró como subcampeón y medallista de plata. Ese torneo marcó el punto más alto de su corta carrera, y aún hoy lo recuerda como uno de sus mayores orgullos dentro del boxeo.
El debut que marcó su vida
De todos sus combates, hay uno que nunca olvidará: su debut en 126 libras. Tenía apenas 14 años, aún “un niño sin vello en las axilas”, como él mismo relata, y se enfrentó a un rival de unos 20 años, “un hombre hecho y derecho”.
El réferi paró la pelea en el segundo asalto al notar la evidente diferencia física, aunque Talavera siempre destaca con orgullo que su rival nunca logró noquearlo. Ese primer combate le enseñó lo duro y desigual que podía ser el boxeo en esos tiempos.
Obstáculos y un retiro temprano
En total, Talavera disputó 14 peleas, de las cuales perdió cuatro. Más que las derrotas, lo que lo llevó a retirarse fueron las dificultades fuera del ring: la oposición de su madre, que veía el boxeo como un riesgo, y las malas experiencias con entrenadores irresponsables.
Una de las más duras ocurrió en Somoto, cuando después de pesar tuvieron que esperar hasta la noche sin comer. El entrenador de turno, conocido como el “Alacrán Espinoza”, se había marchado con el dinero destinado para comida y transporte, obligando a los jóvenes a regresar a Jinotega a ride y con hambre.
El boxeo, una pasión eterna
A pesar de haber dejado la competencia, Talavera nunca abandonó el boxeo. “No recuerdo haber pasado más de seis meses sin entrenar”, asegura.
Hoy, entrena algunos días de la semana en el gimnasio municipal de Jinotega, más por salud y pasión que por competencia, bajo la dirección de su amigo de toda la vida, Milton Rodríguez, “El Guerrero Mayor”, quien ha sabido mantener vivo el espíritu del boxeo jinotegano incluso en los años más difíciles para el deporte nacional.
El mensaje de Talavera: disciplina y corazón
Más que hablar de sí mismo, Talavera dedica sus palabras a los jóvenes que hoy se levantan con sueños de ser campeones. “Me impresiona la calidad que tienen muchos boxeadores de Jinotega. Los veo con metas claras y sueños en el corazón”, dice con orgullo.
Su consejo es sencillo pero poderoso:
Un legado silencioso pero valioso
Talavera quizás no fue campeón nacional ni internacional, pero su historia refleja el verdadero espíritu del boxeo: luchar con lo que se tiene, superar adversidades y nunca abandonar los sueños.
Hoy en día, además de seguir vinculado al deporte, es un profesional del derecho, abogado de carrera, demostrando que los valores aprendidos en el boxeo —disciplina, constancia y resiliencia— fueron también la base de su vida personal y profesional.
Cita inspiradora de Roberto Tercero (Talavera):
“El boxeo me enseñó que la disciplina abre todas las puertas. Gracias a esa escuela de vida hoy no solo sigo entrenando, también soy abogado. En el ring y en la vida, la clave es nunca rendirse.”